El destino mezcla las cartas y nosotros somos los que jugamos.
Los dos destinos de una rosa son: morir habiendo sido admirada y morir sin ser admirada.
Cuando menos te lo esperas el pasado puede venir a remover el presente, y nunca sabes a donde te va a llevar, sólo puedes confiar en que sea un sitio al que deseas ir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario